Ignacio Mata Pastor
¿Por qué muchas víctimas de acoso laboral (mobbing) tardan tanto tiempo en denunciar su situación?
Existen una serie de delitos en los que, muy comúnmente, las víctimas tardan años bien en emprender acciones para que su victimización cese, o en denunciar los hechos de los que han sido objeto. Ejemplo de lo primero pueden ser muchas de las mujeres que son víctimas de violencia de género, que permanecen en esa trágica situación durante años hasta que toman alguna iniciativa que ponga fin a esta dinámica. Como ejemplo de lo segundo podemos mencionar a algunas de las víctimas de abusos sexuales en la infancia, que solamente se deciden a denunciar estos hechos años más tarde, ya en la edad adulta.
Con cierta frecuencia, se intenta desacreditar el testimonio de este tipo de víctimas mediante el argumento de que “si realmente existiera el delito, ¿por qué ha aguantado todo este tiempo en esa situación?”, o aduciendo que “si realmente sucedió lo que dice, ¿por qué ha tardado tantos años en denunciarlo?”.
Este tipo de argumentos son comúnmente utilizados para tratar de desacreditar el testimonio de víctimas de acoso laboral (mobbing). Por un lado, a menudo se trata de poner en duda la existencia de un acoso laboral bajo argumentos del tipo de “si realmente llevaba años siendo víctima de acoso, ¿por qué no hizo nada para que la situación cambiara?”. Por otro, no es infrecuente que se utilicen argumentos del tipo de “¿por qué denuncia ahora si lleva tanto tiempo sintiéndose víctima de un acoso laboral?”. Pues bien, existen varios mecanismos psicológicos que pueden explicar este fenómeno tan habitual por el que, personas que se sienten víctimas de acoso laboral, permanecen en esta situación durante años hasta que toman la decisión de tomar medidas para que el acoso cese, o incluso para denunciar los hechos. Vamos a mencionar algunos de ellos:
1. Indefensión aprendida: Según este modelo, las personas que se ven sometidas a situaciones que no pueden controlar y de las que no tienen posibilidad de “escapatoria”, aprenden a mantenerse indefensas incluso cuando las condiciones cambian y les permiten evitar la situación adversa. La mayor parte de las víctimas de mobbing se sienten acosados por un superior jerárquico en su entorno laboral, lo que les hace desarrollar una vivencia de incapacidad para cambiar la situación que, con el paso del tiempo, va generando en ellos un sentimiento de indefensión, es decir, de imposibilidad de salir de esa dinámica en la que se ven inmersos. Tras un tiempo en esta situación, aun cuando otras personas les hacen ver la realidad de lo que les sucede, siguen sintiéndose indefensos ante el acoso e incapaces de adoptar medidas para poner fin al mismo.
2. Costes y beneficios: Según este modelo, la decisión de adoptar medidas para que la situación de victimización finalice dependerá del hecho de que el beneficio total de esa decisión supere el costo de permanecer en dicha situación. En el caso de gran parte de las víctimas de acoso laboral, permanecer en dicha situación conlleva un importante coste a nivel de sufrimiento emocional, pero aporta el beneficio para el trabajador que lo sufre de permitirle conservar su puesto de trabajo y, en muchos casos, ejercer la profesión que ha elegido de forma vocacional en un puesto de trabajo que ha conseguido por méritos propios, en una empresa u organismo público en la que considera tener proyección profesional. Por otro lado, denunciar los hechos sin la seguridad de obtener una resolución administrativa o judicial favorable puede conllevar como beneficio el no verse sometido al acoso, pero implica el coste de perder el puesto de trabajo, los ingresos económicos que el mismo le reporta y, muy probablemente, quedar señalado ante otras empresas a las que se pudiera dirigir para buscar un nuevo empleo, lo que puede truncar su carrera profesional.
3. Teoría de la trampa psicológica: Según esta teoría, el nivel de compromiso en una relación, en este caso de tipo laboral, se incrementa a medida que aumenta la inversión (en tiempo, energía, dinero, etc.) que se realiza en la misma para que esta funcione. Muchas víctimas de acoso laboral han invertido mucho esfuerzo personal, tanto a nivel de dedicación como incluso económico, en formarse para la realización de su trabajo. Esto hace que sea difícil emprender cualquier acción que pueda implicar la pérdida del puesto de trabajo, sobre todo en personas que han dedicado grandes esfuerzos en conseguirlo, incluso cuando permanecer en el mismo implique un alto grado de sufrimiento personal.
Como conclusión de todo lo dicho, y aceptando que tener la vivencia de ser víctima de acoso laboral no es siempre equivalente a haberlo sido, considero que el hecho de que un trabajador, en el momento en que denuncia sentirse víctima de un acoso laboral, refiera llevar años sufriendo dicho acoso, no debe ser tenido en cuenta como un argumento que desacredite su testimonio. ¿Cuántas personas aguantan situaciones penosas durante años antes de tomar alguna iniciativa para poner fin, de un modo constructivo, a su sufrimiento?
